El cáncer de vejiga se caracteriza por la aparición de lesiones en el revestimiento de sus paredes. Estos tumores se dividen en dos grandes grupos: aquellos que no llegan a la capa muscular de la vejiga (son el 75-80% de los casos) y lo que afectan a dicha capa (representan el 20-25% de los casos). Un pequeño porcentaje, en torno al 5%, se diagnostica cuando ya se han producido metástasis (diseminación a otros órganos).

Tumores metastásicos

En el caso de los tumores de vejiga metastásicos, los tratamientos disponibles van dirigidos a conseguir la máxima supervivencia con la mejor calidad de vida para el paciente. En los últimos años se han desarrollado nuevas terapias que han conseguido mejoras en las tasas de supervivencia y han hecho desaparecer por completo el tumor en una proporción muy reducida de pacientes, aportando resultados esperanzadores en esta etapa de la enfermedad.

Hasta hace poco, el único tratamiento que había para el cáncer de vejiga con metástasis desde los años 90 eran las quimioterapias basadas en platino. Sin embargo, no todos los pacientes podían recibir platino. La supervivencia de estos pacientes, incluso con platino, era en torno a un año.

Para los pacientes que no pueden recibir platino, se han aprobado inmunoterapias como son el atezolizumab o pembrolizumab, que se administran por vía intravenosa durante unos 30-60 minutos cada 2, 3 o 4 semanas, dependiendo de la dosis.

Los pacientes que pueden recibir platino y que responden al tratamiento (de 4 a 6 ciclos), además pueden recibir otra inmunoterapia de mantenimiento llamada avelumab que aumenta la supervivencia global.

Los pacientes que no han respondido a terapias previas tienen la opción de recibir tratamientos en función a una caracterización genómica del tumor, como puede ser erdafitinib en pacientes que presentan alteraciones en el marcador FGFR o sacituzumab govitecan o enfortumab vedotin, que son anticuerpos conjugados. Estos anticuerpos conjugados son un fármaco que se administran vía intravenosa y que se tratan de moléculas que cargan quimioterapia y que al penetrar dentro de las células liberan esa quimioterapia dentro de la célula tumoral haciendo que estas mueran, obteniendo beneficios de supervivencia en pacientes que antes tenían un pronóstico fatídico.

En los estudios realizados para valorar la eficacia de estos tratamientos también se han valorado los efectos secundarios y la calidad de vida del paciente. En general, se ha visto que la calidad de vida se mantiene de manera aceptable durante estos tratamientos. Sin embargo, un porcentaje menor de pacientes pueden presentar efectos secundarios que entorpezcan su calidad de vida.

En cuanto a supervivencia de un paciente con cáncer de vejiga metastásico, existen estudios que han reflejado una tasa de supervivencia hasta un 50% superior a los tratamientos estándar aprobados, pasando de una supervivencia de 8 a 13 meses. En un futuro, se espera que el cáncer de vejiga metastásico tenga una tasa de supervivencia todavía más elevada, tal y como ha ocurrido con otros cánceres como, por ejemplo, el de próstata.

Tumores no músculo invasivos

Según el potencial que tenga el tumor para invadir la capa muscular, los cánceres no músculo invasivos se clasifican en:

En los de muy alto riesgo y en algunos de alto riesgo el tratamiento más recomendado es la cistectomía, es decir, la extirpación de la vejiga, generalmente sin la necesidad de aplicar quimioterapia. La curación vendrá definida por la ausencia de tumor con el paso del tiempo, precisando un seguimiento de por vida.

Otra opción para tratar el cáncer vesical no musculo invasivo de riesgo alto o muy alto es la instilación intravesical. Este procedimiento persigue, sobre todo, evitar que el tumor pase a invadir el músculo.

En el caso del cáncer de riesgo bajo e intermedio, se conserva la vejiga manejando la enfermedad con tratamientos intravesicales con el objetivo de evitar las recaídas.

Es difícil establecer la definición de curación para este cáncer ya que, mientras los pacientes tengan su vejiga, tendrán un riesgo de recaída de su enfermedad. En este sentido, el objetivo es que el cáncer esté controlado con un seguimiento continuado y que no cause el fallecimiento del paciente. Es, por tanto, más equiparable a una enfermedad crónica que precisa un control y un tratamiento constante. El paciente convive con su enfermedad con la mejor calidad de vida posible y sin limitar su supervivencia.

Tumores músculo invasivos

Los tumores músculo invasivos se pueden tratar con la cistectomía (extirpación de la vejiga) con o sin quimioterapia antes o después de la cirugía. Existe un porcentaje limitado de pacientes que podrían conservar la vejiga sometiéndose a una terapia trimodal: resección endoscópica profunda + quimioterapia + radioterapia. En estos casos, la curación se define como la ausencia de tumor con el paso del tiempo tras el tratamiento administrado. A pesar de que las tasas de curación en este grupo están por encima del 50%, estos pacientes deberán someterse a un seguimiento de por vida, según las indicaciones de su especialista.