El cáncer de riñón es un crecimiento celular maligno que acontece en los riñones y representa alrededor del 3% de todos los diagnósticos de cáncer en el mundo. Su nombre médico es carcinoma de células renales (CCR).
“Cáncer de riñón” es un término general, ya que existen muchas variantes de tumores en el riñón y distintos estadios de la enfermedad. Su tratamiento dependerá de las características específicas del tumor.
En los últimos años, gracias a las pruebas de imagen como la ecografía del aparato urinario y el TAC, han aumentado el número de diagnósticos en estadios tempranos, logrando mayores tasas de supervivencia. Asimismo, las tasas de supervivencia del cáncer renal también se han incrementado, en parte por la mejora de sus tratamientos tanto en fases tempranas (cirugía) como en fases más avanzadas (tratamientos sistémicos dirigidos). La cirugía conservadora de nefronas (o nefrectomía parcial) permite extirpar únicamente el tumor, conservando la mayor parte del órgano y proporcionando mayor calidad de vida al paciente a largo plazo. Podemos afirmar que más del 90-95% de los pacientes se curarán únicamente con cirugía cuando el tumor se diagnostica en estadio localizado.
En cuanto a su epidemiología, el cáncer renal es más frecuente en hombres que en mujeres y la mayoría de las personas son diagnosticadas entre los 60 y los 70 años.
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Los riñones son dos órganos del sistema urinario que tienen forma de judía y el tamaño aproximado de un puño. Están ubicados justo debajo de la caja torácica (costillas), a ambos lados de la columna vertebral.
Estos órganos son imprescindibles para vivir y se encargan, principalmente, de eliminar el exceso de agua, sal y sustancias de desecho a través de la orina. El riñón filtra la sangre que le llega a través de la arteria renal y, una vez filtrada, vuelve al torrente sanguíneo por la vena renal. El resultado de la filtración es la orina, que se acumula en el centro de cada riñón, en un área llamada pelvis renal, y desde ahí fluye hacia la vejiga -donde es almacenada- a través de unos conductos llamados uréteres.
Asimismo, cuentan con otras funciones importantes, como regular el equilibrio del medio internos del organismo (homeostasis) y fabricar hormonas como la eritropoyetina, que regula la producción de glóbulos rojos, y la renina, que regula la presión arterial.
Existen varios tipos de tumores renales malignos que, en su conjunto, se conocen como cáncer de células renales. Los más frecuentes son el tumor de células claras (70-80%), seguido del tumor papilar (10-15%) y el tumor cromófobo (3-5%). El subtipo de carcinoma de células determinará, entre otros factores, qué tratamiento emplear.
Por lo general, en pacientes con tumores renales por debajo de 4 cm que se tratan quirúrgicamente, se consiguen tasas de curación superiores al 90%. En el caso de que la masa sea grande y se haya extendido fuera del riñón, existe peor pronóstico, sobre todo, si se presenta alguno de estos factores: anemia, alto nivel de lactato deshidrogenasa, alto nivel de calcio en sangre, propagación a dos o más localizaciones distantes o el estado general de la persona es desfavorable.
El cáncer de riñón es curable en etapas tempranas. Es clave que, una vez tratado, el cáncer de riñón, el paciente mantenga un seguimiento estrecho. En etapas avanzadas del tumor, la cirugía puede ayudar a paliar los síntomas y, en algunos pacientes seleccionados se puede combinar con otros tratamientos como quimioterapia o inmunoterapia para mejorar la supervivencia y la calidad de vida.
La cirugía es el tratamiento estándar, consiguiendo tasas de curación superiores al 90% en tumores pequeños. Existen varios tipos de cirugía según el tamaño tumoral, pero, siempre que sea posible, se intentará extirpar solo el tumor, preservando el resto del riñón y la función renal.
El cáncer de riñón no presenta síntomas hasta que hay crecimiento tumoral. Cuando ya se ha dado un crecimiento del tumor los síntomas suelen ser dolor, aparición de masa abdominal o sangre en la orina.
Impact of Metastasectomy on Cancer Specific and Overall Survival in Metastatic Renal Cell Carcinoma: Analysis of the REMARCC Registry