La hiperplasia benigna de próstata (HBP) no es un cáncer ni aumenta el riesgo de padecerlo, por lo tanto, no es una enfermedad peligrosa en sí misma. Sin embargo, si no se trata adecuadamente, puede llegar a provocar complicaciones importantes que sí afectan seriamente la salud y la calidad de vida. Entre las posibles consecuencias de una HBP no controlada están: retención urinaria aguda (incapacidad de orinar), infecciones urinarias recurrentes, formación de cálculos en la vejiga, daño progresivo en la vejiga o los riñones.
Por eso, aunque no sea maligna, sí requiere atención médica y seguimiento urológico. Con diagnóstico precoz y tratamiento adecuado, la HBP se puede controlar eficazmente y evitar complicaciones.