La metástasis ósea es una de las complicaciones más frecuentes en ciertos tipos de cánceres urológicos, especialmente en el cáncer de próstata, pero también puede presentarse en el cáncer de riñón y vejiga. La metástasis ósea en el cáncer de próstata y el resto de cánceres se produce cuando las células cancerosas se diseminan desde el tumor primario hacia los huesos, afectando comúnmente la columna vertebral, pelvis, fémur y costillas. Este proceso puede generar dolor severo, aumentar el riesgo de fracturas y afectar la calidad de vida del paciente.
¿Por qué los cánceres urológicos afectan los huesos?
El cáncer de próstata es el más propenso a generar metástasis ósea debido a la afinidad de sus células malignas por el tejido óseo. En el caso del cáncer renal, la diseminación ósea también es común, aunque suele presentarse en fases avanzadas de la enfermedad. El cáncer de vejiga, aunque menos frecuente, también puede crear metástasis a los huesos en estadios tardíos.
Cuando el cáncer se extiende al hueso, las células tumorales pueden estimular una resorción ósea acelerada, debilitando la estructura ósea y provocando fracturas espontáneas o dolor persistente. Además, la metástasis ósea puede causar hipercalcemia, una elevación del calcio en sangre que genera fatiga, confusión y problemas renales.
Síntomas de la metástasis ósea
Los signos más comunes incluyen:
- Dolor óseo intenso y persistente, especialmente en la espalda y caderas.
- Fracturas patológicas, es decir, huesos que se rompen con facilidad.
- Compresión medular, que puede causar debilidad o parálisis en extremidades.
- Hipercalcemia, con síntomas como fatiga extrema, náuseas y alteraciones neurológicas.
Diagnóstico de la metástasis ósea
Para detectar la presencia de metástasis en los huesos, los especialistas en urología y oncología pueden recurrir a diversas pruebas:
- Gammagrafía ósea, que permite visualizar áreas de alta actividad ósea anormal.
- Tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM), utilizadas para obtener imágenes más detalladas del hueso afectado.
- Biopsia ósea, en casos donde sea necesario confirmar la naturaleza de la lesión.
Tratamiento y manejo de la metástasis ósea
El tratamiento de la metástasis ósea en cánceres urológicos no busca curar la enfermedad, sino aliviar el dolor, fortalecer los huesos, prevenir fracturas y complicaciones mejorando así la calidad de vida. Entre las opciones más utilizadas se encuentran:
- Fármacos para la protección ósea:
- Bifosfonatos (Ácido Zoledrónico vía intravenosa): Disminuyen la destrucción ósea causada por las metástasis. Reducen el riesgo de fracturas y dolor óseo.
- Denosumab (por inyección subcutánea): es un anticuerpo monoclonal que bloquea la acción de una proteína llamada RANKL, reduciendo la destrucción ósea. Ha demostrado ser más eficaz que los bifosfonatos en la prevención de fracturas.
- Radiofármacos: ayudan a aliviar el dolor y controlar la progresión del cáncer en los huesos. Son medicamentos que llevan radiación directamente a las zonas afectadas, dañando las células cancerosas sin afectar demasiado los tejidos sanos. Ejemplos: Radio-223 (Radium-223)
- Radioterapia: Útil para aliviar el dolor y reducir la progresión de las lesiones óseas.
- Terapia hormonal y quimioterapia: Dependiendo del tipo de cáncer, pueden ayudar a controlar la progresión de la enfermedad.
- Cirugía ortopédica, en casos de fracturas o compresión medular severa.
Seguimiento y control de la metástasis ósea
El tratamiento de las metástasis óseas requiere seguimiento médico regular para evaluar la respuesta a la terapia y ajustar el tratamiento si es necesario. Se suelen realizar:
- Análisis de sangre para controlar los niveles de calcio y marcadores óseos.
- Estudios de imágenes como gammagrafía ósea o resonancia magnética para evaluar la progresión de las metástasis
La metástasis ósea en cáncer de próstata y otros cánceres urológicos representa un desafío en el manejo del paciente oncológico. La detección temprana y un enfoque multidisciplinario son clave para mejorar el pronóstico y la calidad de vida. Si experimentas síntomas como dolor óseo persistente o fracturas inexplicables, consulta a un especialista en uro-oncología para una evaluación adecuada y un tratamiento oportuno.