Investigadores de EEUU hallan diferencias en la manera que se comportan los receptores de vitamina D entre personas de ascendencia africana y personas de ascendencia europea.

El cáncer de próstata es uno de los tipos más comunes de cáncer, siendo aún más frecuente en los hombres de raza negra. Además, tienen más probabilidades de desarrollarlo a edades más tempranas y con mayor grado de agresividad.

Hasta ahora se desconocían los motivos. Sin embargo, según un estudio reciente elaborado por investigadores del Cedars-Sinai Cancer, en Estados Unidos, la causa podría ser la deficiencia de vitamina D.

La vitamina D tiene un papel esencial en nuestra salud, tanto para nuestros huesos como para el sistema inmunológico, muscular y nervioso. Esta sustancia funciona dentro del sistema endocrino para ayudar a regular nuestros niveles de serotonina, dopamina, adrenalina y noradrenalina y colabora en la absorción de calcio y fósforo para una salud ósea y dental óptima. Asimismo, apoya a la salud inmunológica a largo plazo.

En el reciente estudio, publicado en la revista Cancer Research Communications, de la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer (AACR), los investigadores examinaron células de cáncer de próstata de pacientes de ascendencia africana y europea y observaron diferencias entre cómo reaccionaban estos grupos de células a la exposición a la vitamina D. Según afirma Moray Campbell, doctor e investigador científico del Centro Oncológico Cedars-Sinai que ha liderado esta investigación, "en los hombres afroamericanos, la respuesta a la vitamina D era muy diferente y los hacía más vulnerables al cáncer de próstata".

"Los hombres africanos conservan mayores niveles de melanina en la piel para protegerse del fuerte sol, lo que también ayuda al organismo a producir vitamina D. Por eso, sus descendientes en EEUU, que recibe menos horas al año de sol brillante que los países africanos, suelen tener carencias de vitamina D", añade Campbell.

A diferencia de las células normales, las cancerosas no maduran y mueren, sino que continúan dividiéndose, creando más y más células anormales. "Sin niveles suficientes de vitamina D que las hagan madurar, las células de un tumor siguen multiplicándose sin control", asegura el investigador.

Campbell señala que nuevas investigaciones en esta línea podrían conducir a una revisión de las directrices nutricionales para la ingesta de vitamina D -tanto para la salud de los huesos como de la próstata- basada en la ascendencia genética.

Según apunta, es necesario seguir trabajando para determinar el nivel de vitamina D más beneficioso para cada grupo y examinar cómo funciona el receptor de la vitamina D con otras proteínas relacionadas con el cáncer de próstata.