La hiperplasia benigna de próstata (HBP), comúnmente conocida como agrandamiento prostático, es una enfermedad altamente prevalente en hombres mayores de 50 años y su incidencia aumenta con la edad. Su prevalencia es del 50% en los hombres de 50 años y alcanza el 80% para los hombres mayores de 80 años [1].

Los pacientes con hiperplasia benigna de próstata a menudo presentan una sintomatología variable en el tracto urinario inferior (STUI). El objetivo principal de la terapia de esta patología es reducir estos síntomas y evitar las posibles complicaciones derivadas de la misma, lo que en última instancia mejora la calidad de vida de los pacientes [2].

El Dr. Juan Justo, especialista de patología prostática de ROC Clinic, explica que “a pesar de los avances en el tratamiento farmacológico de la hiperplasia benigna de próstata durante las últimas décadas, la cirugía sigue siendo una opción fundamental en el manejo de la enfermedad, indicado en pacientes refractarios o intolerantes a la terapia médica y en pacientes con complicaciones derivadas de la enfermedad” [3].

En los últimos años se han ido incorporando nuevas tecnologías mínimamente invasivas, como la aquablacion prostática, con el objetivo de mantener los resultados funcionales a la vez que disminuyen los efectos adversos como la pérdida de eyaculación anterógrada y su posible impacto de la salud sexual [4].

La aquablación permite la extirpación (ablación) del tejido prostático mediante un chorro de suero fisiológico (agua + cloruro sódico) a presión. A diferencia de la resección transuretral y los láseres [5], no utiliza ningún tipo de energía térmica. Tal y como explica el Dr. Justo “la destrucción del tejido prostático se lleva a cabo mediante un jet pulsado de suero fisiológico a una velocidad muy alta y presión elevada (10.000 PSI) controlado a través de un sistema robótico guiado mediante una supervisión ecográfica de la próstata”. Es decir, la aquablación emplea la energía del agua a una presión muy alta para realizar una destrucción o hidroablación del tejido prostático [6].

Esta tecnología está respaldada por un sólido conjunto de datos clínicos que han demostrado que la terapia de Aquablation es segura y eficaz y que es la única solución para la HBP independiente del tamaño y la forma de la próstata. Su elevada precisión permite conservar la continencia urinaria y la función sexual [7, 8]. Según afirma el Dr. Justo, “esta técnica preserva la eyaculación en 9 de cada 10 pacientes sometidos a este tratamiento”.

¿Cómo se realiza el tratamiento de HBP con chorro de agua a presión o aquablación?

La aquablación procedimiento robótico guiado por ecografía en el cual, con el paciente bajo anestesia general, el cirujano planifica el tratamiento de forma personalizada y evalúa con máxima precisión el volumen de tejido que el robot debe eliminar a través de un control ecográfico y cistoscópico continuo. Una vez integrados todos los parámetros, el robot lleva a cabo el procedimiento en menos de 5 minutos. Entre los beneficios ya mencionados de este tratamiento, también se encuentra la rapidez en su realización y su buen perfil de seguridad [9-12].

Finalizado el tratamiento, se coloca una sonda en la vejiga que se retirará a las 24-48h y el paciente puede ser dado de alta en ese plazo de tiempo.

Como explica el Dr. Justo, “esta técnica, además de aportar las ventajas de otros procedimientos mínimamente invasivos, posee la precisión de la cirugía robótica y las ventajas del uso del agua como fuente de energía, sin genera calor ni afectar a los tejidos adyacentes”.

Novedosa tecnología mínimamente invasiva indicada para tratar la Hiperplasia Benigna de Próstata.

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