En los últimos años, gracias a las pruebas de imagen, ha aumentado el número de diagnósticos en estadios tempranos.
El cáncer de riñón no suele producir síntomas hasta estadios más avanzados. Por este motivo, más de la mitad de los casos se diagnostican de forma incidental en pruebas diagnósticas que se realizan por otro motivo.
Más de la mitad de los tumores renales se diagnostican de forma incidental en el transcurso de pruebas diagnósticas realizadas por otro motivo, cuando el tumor todavía no ha provocado ningún síntoma. En caso de que esto no haya ocurrido, pero hay sospecha de cáncer de riñón, se llevarán a cabo una serie de pruebas diagnósticas:
Las pruebas de imagen anteriormente descritas proporcionan información esencial sobre el tamaño del tumor, su extensión, su potencial invasión de las venas locales como la vena cava inferior, el estado de los ganglios linfáticos o los órganos vecinos. Esto es importante para determinar el tratamiento posterior.
Con los resultados de estas pruebas y su diagnóstico individualizado, el urólogo podrá definir el estadio de la enfermedad. Al analizar el tejido tumoral, recibido durante la cirugía o la biopsia, el patólogo determina el subtipo del tumor y si se trata o no de una forma agresiva. En conjunto, el estadio, el subtipo y la agresividad del tumor forman la clasificación.
Existen una serie de factores de mal pronóstico que pueden ayudarnos a predecir el devenir de la enfermedad: extensión local o a distancia (metástasis), grado histológico nuclear alto (grado de Furhman), aparición de síntomas, anemia, velocidad de sedimentación globular (VSG) alta, fosfatasa alcalina elevada o lactato deshidrogenasa (LDH) elevadas.
La clasificación del tumor renal se utiliza para estimar su pronóstico individual. En función de este pronóstico individualizado, su médico analizará la mejor vía de tratamiento para usted. A los cánceres de riñón generalmente se les asigna un grado del 1 al 4.
Para saber si un quiste en el riñón es maligno es importante realizar una serie de estudios y evaluaciones médicas. Los pasos más comunes para determinar la naturaleza de un quiste renal son: Ecografía renal: La ecografía puede mostrar la forma y el tamaño del quiste, así como la presencia de cualquier característica sospechosa, como paredes irregulares o líquido no homogéneo. Tomografía computarizada (TC): Si el quiste tiene características sospechosas en la ecografía, se puede hacer una tomografía computarizada para obtener imágenes más detalladas. Esto ayuda a identificar si hay masas sólidas dentro del quiste o cambios en sus paredes que sugieran malignidad. Resonancia magnética (RM): es útil para caracterizar mejor el quiste y puede proporcionar información adicional sobre su composición. Esto es s particularmente útil si se tiene duda tras la tomografía. Clasificación de Bosniak: El sistema de clasificación de Bosniak es utilizado para categorizar los quistes renales en función de su apariencia en las imágenes y ayudar a determinar el riesgo de malignidad. Biopsia: En algunos casos, si se sospecha que el quiste es maligno o si las pruebas de imagen no son concluyentes, se puede realizar una biopsia renal para obtener una muestra del tejido y examinarlo bajo el microscopio. En general, los quistes renales benignos no causan síntomas. Sin embargo, si un quiste se vuelve grande, puede causar dolor en la espalda o en el abdomen. Si el quiste es maligno, puede haber síntomas adicionales como sangre en la orina, pérdida de peso inexplicada o fatiga.
Por lo general, en pacientes con tumores renales por debajo de 4 cm que se tratan quirúrgicamente, se consiguen tasas de curación superiores al 90%. En el caso de que la masa sea grande y se haya extendido fuera del riñón, existe peor pronóstico, sobre todo, si se presenta alguno de estos factores: anemia, alto nivel de lactato deshidrogenasa, alto nivel de calcio en sangre, propagación a dos o más localizaciones distantes o el estado general de la persona es desfavorable.
El cáncer de riñón es curable en etapas tempranas. Es clave que, una vez tratado, el cáncer de riñón, el paciente mantenga un seguimiento estrecho. En etapas avanzadas del tumor, la cirugía puede ayudar a paliar los síntomas y, en algunos pacientes seleccionados se puede combinar con otros tratamientos como quimioterapia o inmunoterapia para mejorar la supervivencia y la calidad de vida.
La cirugía es el tratamiento estándar, consiguiendo tasas de curación superiores al 90% en tumores pequeños. Existen varios tipos de cirugía según el tamaño tumoral, pero, siempre que sea posible, se intentará extirpar solo el tumor, preservando el resto del riñón y la función renal.
Impact of Metastasectomy on Cancer Specific and Overall Survival in Metastatic Renal Cell Carcinoma: Analysis of the REMARCC Registry