El cáncer de riñón no suele producir síntomas en su etapa inicial.
Cuando ya se ha dado un crecimiento del tumor y se encuentra en estadios más avanzados, los síntomas más comunes son dolor, aparición de masa abdominal y sangre en la orina (hematuria).
El cáncer de riñón no suele presentar síntomas en una fase inicial de la enfermedad. Por este motivo, la mayoría de los tumores renales se diagnostican de forma incidental en el transcurso de pruebas diagnósticas realizadas por otro motivo cuando el tumor todavía no ha provocado ningún síntoma. Cuando existe un crecimiento tumoral y la enfermedad se encuentra en una fase más avanzada puede presentar una serie de síntomas:
Los científicos continúan investigando los factores que provocan el cáncer de riñón y las formas de evitarlo. Los estudios realizados hasta el momento concluyen que existe una relación entre el cáncer de riñón y los siguientes factores:
Para saber si un quiste en el riñón es maligno es importante realizar una serie de estudios y evaluaciones médicas. Los pasos más comunes para determinar la naturaleza de un quiste renal son: Ecografía renal: La ecografía puede mostrar la forma y el tamaño del quiste, así como la presencia de cualquier característica sospechosa, como paredes irregulares o líquido no homogéneo. Tomografía computarizada (TC): Si el quiste tiene características sospechosas en la ecografía, se puede hacer una tomografía computarizada para obtener imágenes más detalladas. Esto ayuda a identificar si hay masas sólidas dentro del quiste o cambios en sus paredes que sugieran malignidad. Resonancia magnética (RM): es útil para caracterizar mejor el quiste y puede proporcionar información adicional sobre su composición. Esto es s particularmente útil si se tiene duda tras la tomografía. Clasificación de Bosniak: El sistema de clasificación de Bosniak es utilizado para categorizar los quistes renales en función de su apariencia en las imágenes y ayudar a determinar el riesgo de malignidad. Biopsia: En algunos casos, si se sospecha que el quiste es maligno o si las pruebas de imagen no son concluyentes, se puede realizar una biopsia renal para obtener una muestra del tejido y examinarlo bajo el microscopio. En general, los quistes renales benignos no causan síntomas. Sin embargo, si un quiste se vuelve grande, puede causar dolor en la espalda o en el abdomen. Si el quiste es maligno, puede haber síntomas adicionales como sangre en la orina, pérdida de peso inexplicada o fatiga.
Por lo general, en pacientes con tumores renales por debajo de 4 cm que se tratan quirúrgicamente, se consiguen tasas de curación superiores al 90%. En el caso de que la masa sea grande y se haya extendido fuera del riñón, existe peor pronóstico, sobre todo, si se presenta alguno de estos factores: anemia, alto nivel de lactato deshidrogenasa, alto nivel de calcio en sangre, propagación a dos o más localizaciones distantes o el estado general de la persona es desfavorable.
El cáncer de riñón es curable en etapas tempranas. Es clave que, una vez tratado, el cáncer de riñón, el paciente mantenga un seguimiento estrecho. En etapas avanzadas del tumor, la cirugía puede ayudar a paliar los síntomas y, en algunos pacientes seleccionados se puede combinar con otros tratamientos como quimioterapia o inmunoterapia para mejorar la supervivencia y la calidad de vida.
La cirugía es el tratamiento estándar, consiguiendo tasas de curación superiores al 90% en tumores pequeños. Existen varios tipos de cirugía según el tamaño tumoral, pero, siempre que sea posible, se intentará extirpar solo el tumor, preservando el resto del riñón y la función renal.
Impact of Metastasectomy on Cancer Specific and Overall Survival in Metastatic Renal Cell Carcinoma: Analysis of the REMARCC Registry