La fertilidad masculina depende de un equilibrio entre hormonas, testículos sanos y espermatozoides de buena calidad. Algunos medicamentos habituales —tomados de forma prolongada o puntual— pueden desajustar ese equilibrio. No significa que haya que dejar tratamientos imprescindibles pero sí conviene saber qué principios activos pueden influir y cómo actuar si estás buscando el embarazo.

Analgésicos y antiinflamatorios

Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como ibuprofeno, naproxeno, ketoprofeno o ácido acetilsalicílico, usados a dosis altas o durante mucho tiempo, pueden alterar el perfil hormonal y disminuir temporalmente la producción de espermatozoides.

Los opioides (tramadol, codeína, morfina) reducen testosterona con el uso crónico, favoreciendo la disfunción eréctil y la disminución del deseo sexual. Cuando se emplean de manera breve, su impacto suele ser menor y reversible.

Medicamentos cardiovasculares y antihipertensivos

Varios antihipertensivos tienen efectos secundarios relevantes. Los betabloqueantes (propranolol, atenolol, metoprolol) se asocian con disfunción eréctil, lo que, en la práctica, dificulta la concepción. La alfametildopa puede elevar la prolactina y secundariamente disminuir la testosterona. Algunos bloqueadores de los canales de calcio como nifedipino interfieren en la activación y movilidad espermática, algo que suele remitir al suspenderlos. La espironolactona, por su efecto antiandrógeno, puede reducir la libido y el recuento espermático.

Medicamentos urológicos

Dentro de la propia urología también hay fármacos a considerar. Los alfabloqueantes como tamsulosina o silodosina, muy eficaces para aliviar los síntomas urinarios de la hiperplasia prostática, pueden provocar eyaculación retrógrada u “orgasmo seco”: el semen no sale al exterior y, por tanto, no hay espermatozoides disponibles para fecundar. Los inhibidores de la 5-alfa reductasa (finasterida, dutasterida), usados para la próstata, pueden reducir la concentración y el volumen de semen mientras dura el tratamiento. Lo habitual es que mejore tras retirarlos.

Psicofármacos

Los antidepresivos y los ISRS (fluoxetina, sertralina, paroxetina, citalopram) pueden causar eyaculación muy retardada o ausente y, en algunos casos, empeorar parámetros del semen (movilidad y fragmentación del ADN). En el grupo de antipsicóticos, fármacos como risperidona o haloperidol pueden elevar la prolactina y con ello disminuir la testosterona, el deseo y la espermatogénesis. Cuando aparecen estos efectos, a menudo es posible ajustar dosis o cambiar a alternativas con menor impacto sexual, siempre con el psiquiatra

Antiepilépticos

En epilepsia, el valproato se ha relacionado con descensos del número y la movilidad de espermatozoides, generalmente reversibles tras suspender. Además, Carbamazepina, fenitoína, oxcarbazepina o levetiracetam pueden modificar semen u hormonas según el paciente.

Antibióticos y antifúngicos

La mayoría de los medicamentos antiinfecciosos no afectas a la fertilidad pero hay excepciones. Algunos antibióticos (aminoglucósidos como gentamicina; tetraciclinas como doxiciclina; macrólidos como eritromicina), sobre todo en tratamientos repetidos o largos, pueden ser tóxicos para el testículo y empeorar la calidad seminal. El ketoconazol oral —antifúngico sistémico— reduce la síntesis de testosterona y, en consecuencia, la producción de esperma. Esto no ocurre con sus formas tópicas.

Inmunomoduladores

Los corticoides sistémicos (prednisona, metilprednisolona, dexametasona) a dosis altas y prolongadas pueden inhibir el eje hormonal que estimula a los testículos. La sulfasalazina, muy utilizada en colitis ulcerosa y artritis, es un clásico de infertilidad masculina reversible por oligospermia y mala motilidad.

Otros fármacos de este grupo —metotrexato, ciclofosfamida, ciclosporina, azatioprina, leflunomida— pueden afectar la espermatogénesis. Algunos, como la ciclofosfamida, con riesgo de daño persistente. Por eso, en tratamientos con potencial gonadotóxico solemos recomendar valorar la congelación de semen antes de empezar.

Medicamentos oncológicos

Los tratamientos oncológicos son los que más comprometen la fertilidad. Muchas quimioterapias (especialmente los alquilantes como ciclofosfamida, busulfán o procarbazina) y la radioterapia pélvica/testicular pueden llevar a azoospermia temporal o incluso permanente. Siempre que sea posible, el estándar es criopreservar semen antes del inicio.

Medicamentos hormonales y anabólicos

La terapia con testosterona exógena (TRT) —en geles o inyecciones— suprime la producción de LH y FSH. El testículo “se apaga” y puede aparecer azoospermia mientras dura el tratamiento, con recuperación que tarda meses al suspender. Los esteroides anabólicos usados con fines deportivos producen el mismo mecanismo, pero más intenso: azoospermia y atrofia testicular, con recuperación lenta e incompleta en algunos casos. Las terapias hormonales para cáncer de próstata (análogos de GnRH, antiandrógenos) también causan infertilidad mientras se administran.

¿Cómo sospechar que un medicamento está afectando tu fertilidad?

Algunas señales de alerta son: la bajada del deseo, erecciones peores, orgasmo “seco” o con muy poco semen tras iniciar un fármaco, dolor o encogimiento testicular y, por supuesto, la ausencia de embarazo tras 6–12 meses de intentos regulares sin anticoncepción. Ten en cuenta que a veces no hay síntomas y el problema solo se ve en un espermiograma

¿Qué hacer si sospechas que un medicamento está afectando tu fertilidad?

Lo primero: no suspendas el medicamento por tu cuenta. Coméntalo con tu médico, urólogo o andrólogo. Muchas veces es posible ajustar la dosis o cambiar a otra opción con menor impacto reproductivo.

Solicitar un espermiograma y un perfil hormonal (testosterona, FSH, LH, prolactina) ayuda a objetivar la situación y guiar decisiones.

Si vas a iniciar quimioterapia, radioterapia pélvica, testosterona o inmunosupresores con riesgo, valora criopreservar semen antes.

En paralelo, cuida los básicos: evitar tabaco y drogas, alcohol moderado, peso saludable, ejercicio y manejo del estrés, que también influyen en la calidad seminal.

Muchos efectos son dosis-dependientes y reversibles al suspender o cambiar el fármaco pero conviene planificar si estás buscando paternidad. Hablarlo a tiempo con tu equipo médico te permite tratar tu enfermedad con seguridad sin cerrar la puerta a tener hijos.