“Cáncer de riñón” es un término general, ya que existen muchas variantes de tumores en el riñón y distintos estadios de la enfermedad. Su tratamiento dependerá de las características específicas del tumor.
En los últimos años, gracias a las pruebas de imagen como la ecografía del aparato urinario y el TAC, han aumentado el número de diagnósticos en estadios tempranos, logrando mayores tasas de supervivencia. Asimismo, las tasas de supervivencia del cáncer renal también se han incrementado, en parte por la mejora de sus tratamientos tanto en fases tempranas (cirugía) como en fases más avanzadas (tratamientos sistémicos dirigidos). La cirugía conservadora de nefronas (o nefrectomía parcial) permite extirpar únicamente el tumor, conservando la mayor parte del órgano y proporcionando mayor calidad de vida al paciente a largo plazo. Podemos afirmar que más del 90-95% de los pacientes se curarán únicamente con cirugía cuando el tumor se diagnostica en estadio localizado.
En cuanto a su epidemiología, el cáncer renal es más frecuente en hombres que en mujeres y la mayoría de las personas son diagnosticadas entre los 60 y los 70 años.
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Los riñones son dos órganos del sistema urinario que tienen forma de judía y el tamaño aproximado de un puño. Están ubicados justo debajo de la caja torácica (costillas), a ambos lados de la columna vertebral.
Estos órganos son imprescindibles para vivir y se encargan, principalmente, de eliminar el exceso de agua, sal y sustancias de desecho a través de la orina. El riñón filtra la sangre que le llega a través de la arteria renal y, una vez filtrada, vuelve al torrente sanguíneo por la vena renal. El resultado de la filtración es la orina, que se acumula en el centro de cada riñón, en un área llamada pelvis renal, y desde ahí fluye hacia la vejiga -donde es almacenada- a través de unos conductos llamados uréteres.
Asimismo, cuentan con otras funciones importantes, como regular el equilibrio del medio internos del organismo (homeostasis) y fabricar hormonas como la eritropoyetina, que regula la producción de glóbulos rojos, y la renina, que regula la presión arterial.
Existen varios tipos de tumores renales malignos que, en su conjunto, se conocen como cáncer de células renales. Los más frecuentes son el tumor de células claras (70-80%), seguido del tumor papilar (10-15%) y el tumor cromófobo (3-5%). El subtipo de carcinoma de células determinará, entre otros factores, qué tratamiento emplear.
Para saber si un quiste en el riñón es maligno es importante realizar una serie de estudios y evaluaciones médicas. Los pasos más comunes para determinar la naturaleza de un quiste renal son: Ecografía renal: La ecografía puede mostrar la forma y el tamaño del quiste, así como la presencia de cualquier característica sospechosa, como paredes irregulares o líquido no homogéneo. Tomografía computarizada (TC): Si el quiste tiene características sospechosas en la ecografía, se puede hacer una tomografía computarizada para obtener imágenes más detalladas. Esto ayuda a identificar si hay masas sólidas dentro del quiste o cambios en sus paredes que sugieran malignidad. Resonancia magnética (RM): es útil para caracterizar mejor el quiste y puede proporcionar información adicional sobre su composición. Esto es s particularmente útil si se tiene duda tras la tomografía. Clasificación de Bosniak: El sistema de clasificación de Bosniak es utilizado para categorizar los quistes renales en función de su apariencia en las imágenes y ayudar a determinar el riesgo de malignidad. Biopsia: En algunos casos, si se sospecha que el quiste es maligno o si las pruebas de imagen no son concluyentes, se puede realizar una biopsia renal para obtener una muestra del tejido y examinarlo bajo el microscopio. En general, los quistes renales benignos no causan síntomas. Sin embargo, si un quiste se vuelve grande, puede causar dolor en la espalda o en el abdomen. Si el quiste es maligno, puede haber síntomas adicionales como sangre en la orina, pérdida de peso inexplicada o fatiga.
El cáncer de riñón no presenta síntomas hasta que hay crecimiento tumoral. Cuando ya se ha dado un crecimiento del tumor los síntomas suelen ser dolor, aparición de masa abdominal o sangre en la orina.
Se suele relacionar con el tabaquismo y la obesidad. Aunque también existen otros factores de riesgo como la edad o antecedentes familiares de primer grado que pueden influir.
Las zonas más frecuentes a las que se puede diseminar el cáncer de riñón son los huesos, el hígado, los pulmones, el cerebro y los ganglios linfáticos distantes.
Impact of Metastasectomy on Cancer Specific and Overall Survival in Metastatic Renal Cell Carcinoma: Analysis of the REMARCC Registry