Siempre que sea posible, extirparemos el tumor preservando el riñón.
Contamos con toda la tecnología disponible para tratar el cáncer de riñón como el robot DaVinci, la laparoscopia y los tratamiento ablativos, entre otros.
El tratamiento del cáncer renal dependerá de la fase en la que se encuentre el cáncer, la edad del paciente y de otros problemas de salud que este pueda tener. Siempre que técnica y oncológicamente sea posible, se intentará extirpar únicamente el tumor preservando el riñón.
Para el tratamiento, es necesario diferenciar entre el tumor localizado y el metastásico:
Es el tratamiento recomendado en pacientes cuya enfermedad se encuentra en estadio I. Consiste en extirpar el tumor renal en su totalidad, conservado la mayor parte de órgano posible para evitar insuficiencia renal posterior, es decir, solo se extirpa el tumor y se conserva el resto del tejido renal sano.
Este tratamiento consigue tasas de 80-100% de supervivencia libre de enfermedad a los 5 años. Este es el tratamiento más adecuado, siempre que sea técnicamente posible, en tumores menores de 7cm, en pacientes con tumores en ambos riñones o en pacientes con un solo riñón. La cirugía se puede realizar mediante abordaje abierto, laparoscópico o robótico, según las características del caso.
La cirugía robótica en el tratamiento del cáncer renal localizado mediante nefrectomía parcial permite abordar tumores de cualquier tipo de complejidad mediante una técnica mínimamente invasiva de alta precisión y excelente resultado oncológico, añadiendo una recuperación más rápida, menor riesgo de sangrado, menor dolor postoperatorio y menor estancia hospitalaria. En ROC Clinic disponemos de los dos sistemas robóticos disponibles en el mercado: Da Vinci y Hugo RAS.
Es el tratamiento recomendado en pacientes en los que la cirugía parcial no es posible. Consiste en la extirpación total del riñón afectado respetando la glándula suprarrenal, a no ser que esta esté infiltrada por el tumor. En los casos en los que se ha detectado que los ganglios linfáticos están afectados se realizará la linfadenectomía (extracción de los ganglios linfáticos próximos al riñón). La nefrectomía radical también puede realizarse mediante abordaje abierto, laparoscópico o robótico, según las características de cada caso.
A veces, la cirugía puede no ser la mejor opción para usted. Tanto en pacientes de edad muy avanzada, como en aquellos que no tengan buen estado de salud o que tengan tumores menores de 3-4 cm se puede realizar vigilancia estrecha del tumor.
Durante este periodo de vigilancia activa se programarán visitas periódicas con pruebas de imagen. Para determinar si la vigilancia activa es una opción y afinar correctamente el diagnóstico individualizado, su urólogo puede recomendarle realizar una biopsia del tumor renal. Si las pruebas realizadas durante la vigilancia activa muestran que el tumor está creciendo rápidamente, o si usted desarrolla síntomas que puedan indicar que la enfermedad está avanzando, el urólogo planificará inmediatamente un tratamiento de rescate, principalmente basado en cirugía.
En personas que no sean aptas para cirugía porque suponga un riesgo importante, ya sea porque estén en edad muy avanzada o porque padezcan otras enfermedades, se puede tratar el cáncer de riñón a través de ablación. Este procedimiento aplica energía sobre el tumor de forma laparoscópica o percutánea mediante radiofrecuencia o crioterapia. También se puede realizar en personas con tumores menores de 3 cm en determinadas localizaciones.
Cuando el tumor avanza de forma local puede aparecer trombo con componente tumoral en la vena renal, o incluso en la vena cava. En esos casos, es necesario realizar nefrectomía y exéresis (extracción) de todo el trombo tumoral, precisando en ocasiones la colaboración de los cirujanos cardiacos.
Se realiza en casos de tumor renal metastásico, es decir, cuando el cáncer renal se extiende a otros órganos o a ganglios linfáticos. En la enfermedad metastásica, el tumor renal se denomina tumor primario y los tumores secundarios en otros órganos se llaman metástasis. Cuando esto pasa, se realiza una nefrectomía citorreductora con la intención de curar al paciente o prolongar su supervivencia, combinando la cirugía con terapias sistémicas (inmunoterapia, antiangiogénicos). Consiste en la extracción de la mayor cantidad de tumor con la finalidad de aumentar las posibilidades de éxito en los tratamientos de inmunoterapia y otros fármacos dirigidos. Esta extracción permite, además, eliminar tejido circundante que pueda contener células cancerosas.
La quimioterapia tiene poca utilidad en el tratamiento del tumor renal. Sin embargo, la inmunoterapia y los fármacos dirigidos a activar el sistema inmunitario ayudan a atacar las células cancerosas y consiguen grandes beneficios en supervivencia. La inmunoterapia puede causar efectos secundarios, dependiendo del medicamento, que suelen desaparecen al finalizar el tratamiento: cansancio, malestar estomacal, fiebre, escalofríos y erupciones cutáneas.
Una vez completado cualquiera de estos tratamientos es importante acudir a revisiones periódicas para hacer seguimiento a través de pruebas diagnósticas.
Para saber si un quiste en el riñón es maligno es importante realizar una serie de estudios y evaluaciones médicas. Los pasos más comunes para determinar la naturaleza de un quiste renal son: Ecografía renal: La ecografía puede mostrar la forma y el tamaño del quiste, así como la presencia de cualquier característica sospechosa, como paredes irregulares o líquido no homogéneo. Tomografía computarizada (TC): Si el quiste tiene características sospechosas en la ecografía, se puede hacer una tomografía computarizada para obtener imágenes más detalladas. Esto ayuda a identificar si hay masas sólidas dentro del quiste o cambios en sus paredes que sugieran malignidad. Resonancia magnética (RM): es útil para caracterizar mejor el quiste y puede proporcionar información adicional sobre su composición. Esto es s particularmente útil si se tiene duda tras la tomografía. Clasificación de Bosniak: El sistema de clasificación de Bosniak es utilizado para categorizar los quistes renales en función de su apariencia en las imágenes y ayudar a determinar el riesgo de malignidad. Biopsia: En algunos casos, si se sospecha que el quiste es maligno o si las pruebas de imagen no son concluyentes, se puede realizar una biopsia renal para obtener una muestra del tejido y examinarlo bajo el microscopio. En general, los quistes renales benignos no causan síntomas. Sin embargo, si un quiste se vuelve grande, puede causar dolor en la espalda o en el abdomen. Si el quiste es maligno, puede haber síntomas adicionales como sangre en la orina, pérdida de peso inexplicada o fatiga.
La cirugía es el tratamiento estándar, consiguiendo tasas de curación superiores al 90% en tumores pequeños. Existen varios tipos de cirugía según el tamaño tumoral, pero, siempre que sea posible, se intentará extirpar solo el tumor, preservando el resto del riñón y la función renal.
El cáncer de riñón no presenta síntomas hasta que hay crecimiento tumoral. Cuando ya se ha dado un crecimiento del tumor los síntomas suelen ser dolor, aparición de masa abdominal o sangre en la orina.
Se suele relacionar con el tabaquismo y la obesidad. Aunque también existen otros factores de riesgo como la edad o antecedentes familiares de primer grado que pueden influir.
Impact of Metastasectomy on Cancer Specific and Overall Survival in Metastatic Renal Cell Carcinoma: Analysis of the REMARCC Registry